El control de la Producción, en los días que corren, es observado de forma aprensiva, como un método autoritario que solo pretende controlar los recursos humanos disponibles, como si de una dictadura empresarial se tratase.

Al contrario, un correcto control de la Producción va mucho más allá, convirtiéndose en ventaja a nivel estratégico, una vez que el principal objetivo es aprovechar adecuadamente, todos los recursos productivos, recorriendo a herramientas capaces de ayudar en la gestión.

A nuestro parecer, el control de la Producción incluye fundamentalmente tres fases:

1. Medir la rentabilidad de los funcionarios y equipos de trabajo

Esta fase inicial es la base para alcanzar nuestro objetivo principal. A través de esta fase conseguimos obtener datos reales y cuantitativos a cerda de nuestra producción, respondiendo a preguntas como: ¿Cuánto tiempo tardó? ¿Qué inconvenientes tuvieron? ¿Qué fue consumido? ¿Y pedido? ¿Han sido registrados atrasos por parte del proveedor? ¿Ese atraso afectó al plazo de entrega? ¿Solo a través de la información real somos capaces de garantizar las siguientes fases.

2. Ajustar valores / tiempos en futuros presupuestos

Los presupuestos ayudan a la producción porque crean las ordenes de trabajo, pues al contrario ocurre lo mismo, ya que es la producción la que crea los comparativos, aspecto fundamental para la gestión estratégica de cualquier empresa. Por ejemplo, si observamos que los tiempos de producción son sistemáticamente altos, debemos adecuar el valor de los presupuestos que enviamos a los clientes, realizando el ajuste a las necesidades reales.

3. Definir directrices de gestión

Este punto es el culmen de todos los esfuerzos anteriores. Si no conseguimos medir de forma cualitativa y cuantitativa nuestro negocio, no sabremos cual es el mejor camino a seguir. Un correcto control de la producción asentado en la mejora continua de directrices internas se traduce en una herramienta de auxilio en la gestión, transformándose en rentabilidad y aumentando el lucro.

Podemos concluir que los registros de producción son imprescindibles tanto para aferrarnos a la rentabilidad de nuestros procesos, como para anticipar futuros trabajos, presupuestando costes y capacidad real de producción.